Diagnóstico de la crisis

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Disertación, la situación de crisis en México.
Ética.


I.
A la pregunta por la crisis ética actual en México habría que acotarla a ella misma con una serie de preguntas y reflexiones por la condición de posibilidad, tanto de la propia crisis, como por las condiciones de posibilidad para las respuestas, deseables y necesarias, pero inciertas y quizás imposibles. Una sola pregunta no implica una sola respuesta, no están en una relación de uno a uno, ni son exactas, ni son simétricas.

Habría que preguntarse si la situación en la que estamos es realmente una crisis, si vivimos realmente en un momento crítico y de trasformación profunda o simple y llanamente la ideología -como parte de una supra estructura definida y relacionada con un sistema económico y político determinados-, ha cambiado o se ha trastocado a sí misma a partir de otras transformaciones estructurales profundas; y si de paso también ha trastocado a los principios e ideales que nos apropiamos y defendimos tanto tiempo, pero que bajo ningún concepto están cambiando a la sociedad profundamente como la conocemos y que muy probablemente en el futuro la situación sea igual, sólo que con una problemática mucho más aguda y contradictoria de lo que ha sido hasta ahora, al menos en apariencia.


La pregunta es, si realmente es una crisis o se trata de un simple re-acomodo de las creencias y costumbres, de la normalidad, de lo cotidiano, y por lo tanto no hay realmente una crisis, solo una tendencia radicalizada a preceptos y principios que muchos de nosotros no compartimos. Si esto es así, si se trata sólo de un reacomodo, hay que buscar una buena razón para plantear una verdadera crítica y justificar por qué no estamos de acuerdo con la situación y por qué pensamos que otra es posible, y no solo posible, sino deseable.


Si se trata de una crisis entonces tenemos que ubicar los síntomas que la acompañan, y una vez que los hemos reconocido tenemos que ir a la raíz del problema. El fundamento de estos síntomas, lo que ha movido de sus cimientos los valores de toda la sociedad hacia un terreno, que lejos de ser bueno o malo, es diferente. Para encontrar dichos síntomas tenemos que entender cabalmente esa nueva perspectiva y no rechazarla de tajo y sin crítica verdadera y profunda.


Rechazo la idea simple de que nos encontramos en una crisis ética y que por el contrario, se trata “solo” de un cambio de centro de gravedad, circunscrita a una situación económica y política que a su vez pueden estar en crisis o no estarlo, pues no es lo mismo una verdadera crisis que el agotamiento de un sistema político o económico, dichos sistemas pueden subsistir mucho tiempo sin mayores cambios y sin entrar en crisis a pesar de estar agotados, pues la crisis está en otro lado, es diferente. Es probable que esta situación problemática que hemos identificado sea mas una transición generacional o una lucha de poder, pero no propiamente una crisis, la crisis hay que provocarla y ese debería ser el objetivo de esta agrupación.


¿Qué es una crisis? ¿Qué la hace diferente a los cambios inherentes a cualquier sociedad, individuo o ente? No sin temor a equivocarme me atrevo a afirmar que, para que esta situación actual fuera una crisis, no es necesario que las instituciones o que la estructura y la supra estructura no existan o se caigan a pedazos, la crisis es un proceso de cambio y de diagnóstico de una situación problemática, incluso incoherente, inconexa entre lo que esperamos o deseamos que fuera y lo que realmente es, entre el resultado esperado y el resultado concreto.


Pero no solo eso, hay un componente más que es el que nos lleva de los meros síntomas a los fundamentos de la crisis, de lo que está en la superficie a lo que realmente sostiene dicha situación problemática, y es precisamente la capacidad de problematizar, de cuestionar y proponer soluciones. La crisis se ubica ahí donde hay crítica, dónde se le provoca, la crisis es el resultado de dicha crítica, la situación problematica se vuelve crisis cuando se vuelve crítica, cuando se le ha problematizado y podemos entender realmente cuál es la raíz de la disociación entre lo que queremos y lo que tenemos, entre los resultados deseados y los obtenidos. Esta distancia aparece si y solo si somos críticos, si reflexionamos realmente sobre la situación en la que nos encontramos y lejos de solucionar parte por parte, detalle a detalle, podemos atajar los fundamentos, los propios cimientos de lo que consideramos puede ser mejor y es ahí donde debemos trabajar.


La crisis se provoca con la crítica, la crisis se sostiene con reflexión, y finalmente se soluciona con propuestas y cambios profundos, no de maquillaje ni superficiales. Nuestra responsabilidad está en señalar los síntomas de la situación que consideramos problemática, como dije antes, pero debemos profundizar y llevar la reflexión de los síntomas a los fundamentos, debemos provocar la crisis, poner en juego la crítica y que ésta devele las grietas, las verdaderas fisuras donde debemos intervenir para reparar el edificio social.


Hay un prejuicio muy extendido, que como nos enseñaron los Simpson, las crisis son también oportunidades, pero no toda crisis es una oportuncrisis, lo es sólo cuando hemos hecho la tarea y cumplido con la parte crítica de la situación problemática, la hemos problematizado, no basta señalar los síntomas, ese es el punto de partida pero debemos ir mas allá del puro diagnóstico, y se convertirá en una oportunidad si y sólo si tenemos una propuesta concreta y viable en la que podamos avocarnos y trasformar la situación problemática en una situación deseable, o conveniente, o al menos que conecte el deber ser con el ser lo mejor posible, que sea coherente.


Para tener una propuesta viable, clara y distinta debemos superar prejuicios, ignorancia y miedos, tanto grupales como personales y trabajar por un acuerdo que no sea violento, que no atente contra las distintas perspectivas y opiniones, creencias y conocimientos de quienes participan de este grupo de estudios. Digámoslo como debe ser: este grupo debe ser crítico. Así mismo tampoco deberá ser violento contra otros agentes de trasformación social que no compartan nuestras ideas o que sean nuestros antípodas teóricos, y mucho menos con quienes no están politizados o comprometidos en principio pero que puedan colaborar con nosotros.


Así mismo no podemos adoptar una posición ingenua y buena onda donde todo es admisible, y que todo quepa por mor de la mera opinión y del respeto a los derechos humanos y políticos de quienes emiten meras opiniones y no las sustentan en nada más que en su mero derecho a opinar y la libertad de expresión. La crítica se comparte con crítica, y la opinión se separa del verdadero conocimiento con crítica. Por supuesto que el medio para lograr este fin es el diálogo, abierto, respetuoso y franco, pero sobre todo bien fundamentado y argumentado, los puros resultados sin los procesos no son más que opiniones, y cada persona tendrá la suya.

Para ello tenemos que ocuparnos de los axiomas, los principios o las máximas, pasar de las premisas y las suposiciones a argumentar eficientemente para que nuestra propuesta sea combatida solo ideológicamente, no en sus aspectos técnicos.

En este caso la forma y el fondo no son lo mismo pues tendríamos que pensar, por ejemplo, en una forma práctica y eficiente de trasmitir ideas y propuestas, dicha plataforma esta en la red, en Internet, pero nuestra propuesta fundamentada en la crítica no puede compartir la naturaleza fugaz e inmediata inherente a Internet, sino que debe a su vez inocular el germen de la duda y de la reflexión, de la crítica en muchos otros, para que podamos establecer un verdadero diálogo a favor de algo firme y establecido, una especie de faro teórico que nos indique cual es el punto de partida y donde puede estar el punto de llegada aunque los medios sean fluctuantes, y aprovechándome de la imagen náutica, que seamos capaces de navegar como flotas agrupadas o como barcos solitarios, da lo mismo, en tanto tengamos ese faro que nos indique la ruta.


II.
Para comenzar con el diagnóstico y para problematizar la situación actual y poderla convertir en una verdadera crisis, deberíamos comenzar por plantear cuál es la pregunta de la ética, es decir: plantear la pregunta por la ética, y de esta forma comenzamos la labor crítica de definir y delimitar los verdaderos alcances de cada uno de los ámbitos que nos ocupan en este taller.

La pregunta por la ética debe señalarnos cuál es la pregunta de la ética. No debemos argumentar ingenuamente que es la pregunta por el bien y el mal, o por lo que es bueno o malo, tampoco por El Bien y El Mal como formas metafísicas absolutas. En realidad son todas esas respuestas pero ninguna exactamente, pues en esencia, una definición de la ética por su pregunta por el bien y el mal es una pregunta moralista. Así mismo, si la definición fuera como la que da Kant, como la pregunta por lo que debemos hacer (o el deber ser), es una respuesta insuficiente, ya que ve sólo el aspecto práctico de la misma. Veremos más adelante que si la moral no se reduce sólo a la práctica -a las mores, o las costumbres-, mucho menos la ética, pues es un componente fundamental de la propia ética la reflexión, y de nuevo, la crítica; el rechazo a los dogmas y las verdades establecidas de antemano por autoridad, o que sean socialmente aceptadas.


Hay que plantear la verdadera pregunta por la ética y luego por la pregunta de la ética, así como su diferencia con la moral y la política. Si existe la pregunta “verdadera” por la ética hay que pensar a su vez si es posible o si quiera deseable una única y sólida respuesta para toda ética posible. Es decir, si l arespuesta es una definición de la ética tal que “la ética es x, y o z y no puede cambiar”, es decir: si es realmente a-histórica, o si mas bien se compenetra con los sistemas sociales, políticos y económicos y entonces el cambio es multifactorial, o debería serlo, y al ética no es extática.


El problema del pensamiento totalitario y unitario –incluso utilitario-, es precisamente la unicidad, la claridad y la distinción de sus respuestas. Si nos preguntamos por la ética dentro de la lógica del totalitarismo nos dirá que su pregunta es por lo Bueno y lo Malo, enumerará características contradictorias y excluyentes entre sí, y convertirá sus juicios de valor en verdades absolutas que, o aceptamos o rechazamos sin ningún tipo de mediación, mucho menos de crítica.


Hay que insistir en que no podemos aceptar un pensamiento unitario y totalizador, pero tampoco el ingenuo buena onda en la que todo cabe y en la que todo es válido, que define lo que es bueno y malo para cada quien. El uso y abuso de los discursos democratizadores y tolerantes no son mas que un escudo, o una excusa para justificar lo injustificable, lo que podríamos llamar el mal en sí: los genocidios, la guerra económica, la imposición de ideologías (sean estas de hoces y martillos o de barras y estrellas). Pero no moralicemos.


En ambos casos (de la lógica del totalitarismo y la lógica de completa laxitud), las respuestas son moralistas pues la pregunta está mal planteada desde el principio. La pregunta de la ética es: cómo discernir entre lo que es bueno o deseable, o que es y como puede ser mejor; qué debemos hacer o cómo podemos trabajar para lograrlo o simplemente obtenerlo. La pregunta planteada por El Bien y El Mal es moralista porque opone los contrarios y marca un solo camino como el camino deseable y posible, pero el mal no es deseable ni nadie hace el mal concientemente, ello sucede o por ignorancia o por enfermedad.


Los ignorantes incluso piensan que lo que escogen es Bueno, aunque otros lo llegaran a considerar Malo, que para ellos esté bien es porque no lo saben, este es el problema socrático por excelencia. En el caso de los enfermos mentales, cuyas psicopatologías precisamente no les permite distinguir entre “el bien” y “el mal” es donde radica su inmoralidad, perono su falta de ética.


Por supuesto que hay mal en el mundo, que hay cosas que no deberían ser bajo ninguna circunstancia y que ninguna perspectiva justificaría. El problema es que tales actos están fundamentados en la creencia de que lo que se busca es un bien, o en un interés particular, cuyos beneficios pueden pasar por un bien mayor aunque los medios sean reprobables. Que no estemos de acuerdo con ello no lo hace inaceptable o incomprensible, quizás no compartiremos la viabilidad del acto, pero sí el fundamento: lo que creemos justo, bueno, ético, es algo por lo que hay que luchar.


Esa es la pura forma, solo que el contenido es diverso y ese es el problema de la ética. La pregunta sería, en parte, por la posibilidad de la coexistencia entre distintas posturas que sin ser contradictorias ni excluyentes entre sí pueden coexistir y deberán coexistir, el problema es cómo lidiar con los pequeños detalles que sí las hacen incompatibles sin violencia y sin aniquilar a lo que es diferente, por un lado, y sin la hipocrecía del dejar pasar y dejar hacer sin más.


La tolerancia buena onda y el totalitarismo no coexisten con nada mas, pues la primera no critica aquello con lo que esta coexistiendo y por lo tanto no se relaciona con ello; y el totalitarismo lo elimina de un plumazo. ¿Cómo resolver el dilema de la coexistencia? No es la mera democracia como emisión de votos durante periodos bien determinados, ni la pura tolerancia y su nulidad crítica y en una de esas, también nulidad asertiva: no afirma ni niega, no se compromete, solo deja hacer y deja pasar, sin compromisos teóricos, ya sean morales o éticos.


No podemos caer en la demencia de eliminar todo lo que no cabe dentro de los límites que hemos definido como “aceptable”, ni cometer la tontería de definir como “aceptable” todo, o a la inversa, como “inaceptable” todo lo que está más allá de nuestros limites, de comprensión, empatía, simpatía y gusto. Lo que se requiere es un compromiso teórico no solo con la conservación de aquello que sentimos se va perdiendo, lo que consideramos “importante”; debemos comprometernos con las acciones que también transformarán la situación problemática en la que nos encontramos, saldremos de ella, o la convertiremos en una crisis, una vez que nos hayamos planteado un objetivo realizable, posible y deseable y tengamos las acciones concretas a seguir, este taller es un buen principio pero es a todas luces sólo un diagnóstico, aunque insuficiente para salir de la situación problemática al menos es un principio para problematizarla.


El cambio y la permanencia son dos complementos necesarios, no podemos destruirlo todo y comenzar de cero, tampoco debemos institucionalizar el cambio y volverlo inmóvil, una pieza de museo, un dogma irrefutable. Que la situación actual sea diferente a la que esperábamos encontrar en otra época y en otro contexto no la hace en sí mala, o no lo sabremos hasta que no lo reflexionemos profundamente y entremos al punto mas bajo de la crisis y los elementos contradictorios y disfuncionales sean claros y distintos y entonces tengamos al menos la certeza de cuál es el nuevo camino a seguir.


Hasta este punto debería estar claro, que el problema no es de la pregunta misma de la ética, sino las múltiples respuestas que caben dentro de la fórmula genérica de la pregunta por lo bueno y lo mejor, por lo que es deseable y por cómo hacer compatible el mundo del ser con el del deber ser. El malo, o lo malo, no es una opción para nadie, se vuelve una opinión cuando hay un choque de visiones, ideologías o fines e intereses.


El problema de la ética, y el problema de la situacióbn actual es que parecería que en una formula vacía de la pregunta cabe una gran multiplicidad de respuestas, y que no se delimitan a lo que consideramos bueno o malo, ni mucho menos a una sustantivación de los conceptos fundamentales, pues ello deriva en el dogma. El punto nodal está en la forma práctica y cotidiana de qué hacer, y qué hacemos de hecho, para lograr que el ser y el deber se acerquen, acortar la distancia entre la estructura y la supra estructura, que no estén tan dislocados o distantes, no hay empate posible, pero si hay acercamiento.


III.
Me queda un dilema más, y que no es simple ni espero encontrar una respuesta en este taller o por lo menos pronto. Está en la obra mas menos reciente de Hilary Putman, que proclama el fin de la ontología y la metafísica como bases de la ética.

Lo que Putman propone es una ética formal, desfondada, prominentemente práctica donde es innecesaria la pregunta que origina y fundamente toda reflexión ética, y por ello al principio mencionaba que aunque no son el fundamento de la pregunta de la ética, si son parte de la respuesta, son el bien y el mal y sus versiones prácticas como “lo bueno y lo malo”, y las formas metafísicas y abstractas como “El Bien y El Mal”. La pregunta impele a dar una respuesta preferentemente práctica, sin embargo es necesario tener a la vista los límites de nuestra reflexión y de lo que es aceptable y deseable formuladas como principios o máximas o ideales, ello constituye el faro teórico que mencioné antes y que hay que establecer firmemente, que como conceptos son los auxiliares que anclan nuestro discurso y dan dirección al proyecto y sentido a las acciones concretas que debamos emprender.


Estos principios o máximas, o como quieran llamarlos, deben acudir a los otros y mediante el diálogo establecer acuerdos –que no es lo mismo que la identificación de los polos opuestos- y programar acciones concretas que transforman día a día nuestra realidad, lo cotidiano. Esta es la forma pre-revolucionaria por excelencia, ahí está el cambio en provocar la crisis, en criticar la situación problemática en la que nos encontramos. Iniciar con este taller es un principio, publicarlo es obligatorio, aprovechando las nuevas plataformas y medios de difusión que están a nuestro alcance.


El problema de una ética desfondada y formal, así como carente de sistematización, es la falta de una dirección clara y distinta, de una propuesta específica. Además, no es deseable en tanto no nos permite entender la situación problemática, mucho menos llevarla a la siguiente fase de problematización y critica, pues no hay contradicción en ella, no la reconoce, no se compromte ni sabe elegir, no critica. Pero tampoco es deseable una vuelta al dogma y al anquilosamiento, pues ahí desaparece la crítica al institucionalizarse, hay que tener en cuenta tanto lo que consideremos que debe cambiar como lo que hay que conservar.


Iba a proponer tres máximas o principios, pero los considero en este momento extremadamente teóricos y responden mas a una reflexión personal que nada tiene que ver con este ejercicio grupal, sin embargo, para marcar la pauta de cómo debería comenzar – o como comienza de hecho- la reflexión y la problematización ética, y de cómo ello debería provocar la crisis de la ética, pues debo insistir: no estamos en una crisis porque aun no hay ni un diagnóstico ni un síntoma claramente identificado, simplemente un cambio que puede ser perfectamente normal, un movimiento trans generacional, pero decia, para señalar el origen de la reflexión ética citaré un pasaje de Herzog de Saúl Bellow donde da, por decirlo así, la patada inicial:


“Se había acostumbrado a esperar, veía la importancia (de los preparativo) y ya no era tan impaciente, (…) quizás comenzaría la descripción desde su enloquecido desorden interno, o por el hecho de que estaba temblando. ¿Y por qué? Porque había dejado que el mundo entero lo presionara. ¿Cómo qué por ejemplo? Bueno, por ejemplo, qué significa eso para ser un hombre. En una ciudad. En un siglo. En transición. En la masa. Transformado por la ciencia. Bajo un poder organizado. Sujeto a tremendos controles. En una condición causada por la mecanización. Después del último yerro de las esperanzas radicales. En una sociedad que no es comunidad y devalúa a la persona. En deuda con el múltiple poder de los números que hace a la persona insignificante. El mismo que gasta miles de millones contra los enemigos externos pero que no puede pagar por el orden en casa. El que permite salvajismo y barbarie en sus propias grandes ciudades. Al mismo tiempo, la presión de millones de humanos que han descubierto lo que los pensamientos y esfuerzos concentrados pueden hacer. Como mega toneladas de organismos de forma acuática en el piso del océano. Como la marea que pule las piedras, como le viento que ahueca los acantilados. La hermosa súper maquinaria abierta a nuevas vidas por innumerables humanidades. ¿Podrías tú negar su derecho a existir? ¿Podrías pedirles que trabajen y tengan hambre mientras disfrutas de ti mismo con tus viejos valores? Tú mismo eres un hijo de esa masa y un hermano de todos los demás. O, de otro modo, serías un ingrato, diletante, idiota. Entonces, Herzog, pensó Herzog, desde que tú preguntaste, por ejemplo, ese es el camino que sigue”.

Saúl Bellow. Herzog.


A partir del momento en que hemos sido alcanzados por la pregunta, por una verdadera pregunta y estamos dispuestos a ir al fondo del problema podemos hablar del ejercicio filosófico, solo cuando trastoca profundamente nuestras creencias y nos impele a trasformar el mundo en que vivimos a la par de trasformar la idea que tenemos de dicho mundo, solo así se hace filosofía y se hace de manera crítica.

Ese es el camino que sigue, la discusión por deporte y los argumentos sin propuesta ni desarrollos adecuados son solo opiniones, y el primer síntoma que reconozco de una posible crisis ética es ese: que todos piensan que pueden opinar sin mas por tener el derecho a hacerlo, aun cuando se trate sin sentidos, quimeras o busque anular las ideas de otros, en el mejor de los casos, en la mayoría de ellos, son a su vez, solo opiniones.


Septiembre 2009, México D.F.
Ignacio Bazán Estrada.

2 comentarios:

León Rojo Sancho dijo...

SOLO UNA HUMILDE OPINIÓN:

LA ETICA EN LA MODERNIDAD NO SOLO PUEDE SER ENTENDIDA COMO AXIOMAS UNIVERSALES, ES NECESARIO QUE LA ETICA SE PRACTIQUE EN LA VIDA COTIDIANA DE MANERA SISTEMATICA, DE TAL FORMA QUE SE CONVIERTA EN USOS Y COSTUMBRES DEL INDIVIDUO EN SOCIEDAD Y ASI SE CONFORME LA COEXISTENCIA DE LA COMUNIDAD, POR LO QUE LA PRACTICA REAL DE LA ETICA DEBE IMPLEMENTARCE EN ACCIONES DIVERSAS DENTRO DEL MARCO LEGAL E INSTITUCIONAL QUE SE AUTOTRANSFORME EN BENEFICIO DE LA SOCIEDAD Y SUS COMUNIDADES QUE LA CONFORMAN, POR EL BIEN COMUN Y LA UNIDAD DE LAS REGIONES EN NACIONES, Y ESTAS EN MULTIREGIONES, PARA ELLO ES IMPORTANTE APOYAR LA TESIS DE QUE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES, ES DECIR LOS DERECHOS HUMANOS, LOS DERECHOS POLITICOS, LOS DERECHOS ECONOMICOS Y LOS DERECHOS CULTURALES SEAN EL INSTRUMENTO Y LA TECNICA PARA LLEVAR A LA PRACTICA LA ETICA REAL Y MULTICULTURAL EN UN MUNDO YA MULTIPOLAR, EN DONDE SE UBIQUEN CON TODA CLARIDAD LOS ANTIVALORES QUE SE HAN VENIDO GESTANDO EN LA VIDA DEL INDIVIDUO.

ES DECIR LA PRACTICA DE MENCANISMOS ALTERNATIVOS DE LA ETICA REAL.

AT.

LEON ROJO SANCHO.

SE HACEPTA DERECHO DE REPLICA Y CRITICA CONSTRUCTIVA.

GRACIAS.

ignacio bazan dijo...

Leo, estamos de acuerdo en lo esencial: la necesidad de llevar a la práctica la ética, pero creo que no estamos necesariamente de acuerdo en el orden de las cosas. Pienso que es necesario tener principios y máximas claras que nos guien precisamente para separar un valor de un antivalor como acertadamente los llamas, el problema es que sin ese fondo o fundamento, y como una pura práctica, valores y antivalores coexisten sin criticarse los unos a los otros y todo se vuelve admisible. La crítica que tengo con Putman es esa, ella desfonda la ética justamente para sustentar una ética que sea preminentemente práctica, si no es que en absoluto especulativa.
La ética debe especular, pensar y dirimir criticamente para actuar en consecuencia con ello, por ello la crítica es, a mi parecer, el fundamento práctico de la ética.

Saludazos.

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